Ayer el presidente del gobierno de España, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón dio una rueda de prensa con motivo de la expulsión y dimisión del número tres del gobierno, don Santos Cerdán. No entro a valorar lo mucho expresado por Pedro Sánchez pero me llamó la atención esa crítica que hacía hacia los partidos de derechas en el sentido de no haber condenado los atentados y ataques a las sedes del PSOE.
Creo que en un país como España llamar ataque o atentado a que uno, dos o tres personas, de forma anónima, vandalicen una sede de un partido político, de noche, consistente en escribir con un bote de pintura de spray algún que otro insulto no es muy exacto y roza, por otra parte, la mentira y la ofensa hacia las miles de víctimas del terrorismo. Cuando digo una, dos o tres personas lo único que hago es hipotetizar porque nadie ha informado al respecto. Además, parece ser que estos actos vandálicos se han repetido un buen número de veces.
Lo que hago no es justificar, blanquear ni nada que se le parezca. Es sencillamente una llamada de atención sobre la importancia de calibrar el vocabulario y, con especial relevancia si se trata de un cargo público. Se podría traer a colación que los socios que le permiten al presidente del gobierno gobernar son precisamente algunos de los líderes de formaciones políticas y de un grupo terrorista, Eta. Uno de ellos estuvo condenado y cumpliendo condena por esa causa. Aunque sólo fuera por esos cientos de asesinados no se debería decir esa barbaridad: hacer una pintada no es un atentado, señor presidente del gobierno de España.