Lisboa es una ciudad preciosa sin embargo, si viajamos en coche debemos tener mucho cuidado con la Empresa Municipal de Estacionamiento de Lisboa, la temible y sumamente injusta EMEL. Si aparcamos en una zona regulada debemos recordar que las señales horizontales son blancas y que si no nos damos cuenta nuestro coche puede ser inmovilizado con un cepo y sellado. A partir de ahí empieza una curiosa aventura en la que debemos contactar telefónica para comunicar el número que nos habrán dejado en una notificación y esperar a que lleguen los operarios. Nos cobrarán en efectivo 96 euros en efectivo y eso en el mejor de los casos, si se ha estado poco tiempo en el sitio. Una pasada que conculca nuestros derechos y pone de manifiesto que allí no es lo mismo ser portugués, europeo de primera categoría, que español, europeo de segunda...Lisboa, ¡nunca más!