Mentir no debe ser legal ni estar consentido y hasta bien visto en España. Sorprende que no forme parte de la actualidad, de los debates políticos y parlamentarios, de las tertulias mediáticas y no mediáticas, de los llamados medios de comunicación...con el daño que está haciendo esa forma tan extraña de proceder. Durante demasiados años los políticos han tenido claro que mentir era lo normal y que, incluso, decir las verdades era lo verdaderamente peligroso y amenazante. El cuento del traje del emperador se cumplía a la perfección. Digno de recordarse es aquel trágico suceso de la muerte de un trabajador en el que al sindicalista que denunció lo que estaba ocurriendo le obligaron a dimitir...Y esa esta España de grandes infraestructuras inútiles pagadas con dinero no sólo nuestro sino de nuestros hijos y nietos nonatos, es decir, dinero que no teníamos. Esa es la España de trasvases, aeropuertos, rotondas, edificios vacíos y hospitales a reventar de enfermos aparcados en pasillos y habitaciones de urgencias (me niego a usar la palabrita que significa genéricamente "caja").
En esta España en la que mentir es lo más normal del mundo -y habrá que hacer tantas excepciones como sea necesario-no podemos pretender que se solucionen miles y miles de problemas y conflictos de todo tipo. Si delante de un juez o de una jueza se considera que se puede mentir...si un abogado te dice antes del juicio lo que tienes que decir...si se justifican las mentiras entre padres e hijos, entre familiares, entre amigos, como una extraña forma de solidaridad...así no se puede mejorar la convivencia ni las condiciones de vida.
Con el reciente macro-engaño de la empresa multinacional Volkswagen ("coche nacional", por cierto) muchas personas se alarman y se quejan de lo sucedido pero ¿porqué no mentir si normalmente sale gratis? ¿Saben aquella historia de un padre de un alumno que fue al colegio a decirle a la maestra que estaban preocupados porque habían descubierto que su hijo les mentía? Apenas hacía una semana desde que el niño le dijo a su señorita: nos hemos dormido pero mi papá me has dicho que te diga que venimos del médico.
Vas a un juicio como denunciante y ves como la declaración del denunciado es un simple recopilatorio de mentiras y que eso se corrobora fácilmente con hechos, con pruebas, con otros testimonios...pero da igual.
¿De qué sirve las enseñanzas del colegio, de la catequesis en su caso, de las diferentes religiones o las normas morales y éticas? Y si se trata de profesionales, de cargos públicos, de miembros que representan a comunidades, el hecho reviste tintes dramáticos y verdaderamente graves. ¿Cómo fiarse de un vocal de una junta directiva de lo que sea, de la cooperativa de tu pueblo, por ejemplo, si sabes que miente desaforadamente? ¿Qué respeto se le debe tener a los mentirosos? ¿Y a quiénes les encubren y apoyan y amparan?
Pero antes mejor que después habrá que empezar a luchar abiertamente contra esta forma tan negativa de actuar. Va siendo hora de descubrir tanto mentiras como mentirosos...