En los últimos días de octubre de 2016 hemos escuchado frases sorprendentes del candidato a presidente de gobierno de España, Mariano Rajoy Brey y del portavoz del PSOE. Parece ser que, a cambio de la abstención del PSOE en la investidura, el entonces candidato concedió algunas contrapartidas, como la supresión académica de las reválidas que se avecinan. Resultaba curioso pero, sobre todo, chocante y contradictorio. ¿Cómo que se suprimirían las reválidas si ya se había dicho antes y se contemplaba incluso por escrito? Se ha vuelto a hablar de "pacto de Estado por la Educación", que recuerda mucho a esas palabras y frases tan rimbombantes como huecas...democracia, igualdad, que si la Constitución...que si la ciudadanía...Y personalmente me recuerda a una expresión que ha estado usándose como comodín durante demasiado tiempo: control de calidad. En la furgoneta de una empresa,su dueño mandó rotular esas palabras. Resultaba ridículo cuando se veía ir y venir ese vehículo sin misión alguna relacionada con lo expresado en grandes letras.
A eso suena el repetido tópico del pacto de estado por la Educación. Si hubiera un mínimo de disposición y deseo no se hablaría del tema en momentos clave sino que, sencillamente, se trabajaría seriamente. Por otra parte, para que ese pacto mereciera ser llamado así, debería contar con todo el mundo...y no ser una frase más en un discurso de investidura como promesilla "engatusadespistados" y crédulos o simplemente aplaudidores.
A eso que llaman pomposamente pacto de Estado se podría llamar sencillamente "ley" consensuada, estudiada, meditada, con vocación de futuro, preparada para los tiempos cambiantes que corren, crecedera y adaptable y modificable cuando fuera necesario. Una ley que no contuviera errores y hasta aberraciones ni ocurrencias y que partiera de la realidad...no estatal sino nacional, social, popular o de la gente. Una ley que apostara por el momento actual pero pensando en mañana...no tanto en el supuesto "el mañana" sino mañana...Una ley que recogiera de verdad lo mucho y bueno que vienen aportando un gran número de profesionales y agentes sociales. Una ley que no cayera en la burocratización ni en el juego de los más poderosos. Una ley que no fuera a ser cambiada en cuanto cambiase el gobierno y que no suscitara la oposición de una parte muy importante de la sociedad. A todo el mundo no le puede gustar pero si la saca un solo partido estará abocada a la derogación...Probablemente la sociedad española no está preparada y, por lo tanto, la llamada "clase" política, tampoco. De manera que. mientras tanto, pido que no se banalice ni se mercantilice políticamente -partidistamente en realidad-la Educación española. Bastantes dificultades tiene.