Escuchar es muy difícil pero se puede aprender, incluso de mayores. Para millones de personas es un verdadero problema. Por un lado están los que no escuchan...y por el otro, los que se sienten no escuchados. Y entre medias hay un sinfín de posibilidades y de grados intermedios. Así, hay quiénes no escuchan pero se quejan de que no les escuchan -¿lo suficiente?- a ellos, o los que, directamente, se sienten muy mal porque no tienen a nadie, sin darse cuenta de que el verdadero problema es que no saben conversar, decir y escuchar sobre el mismo tema, sin enjuiciar, sin valorar, sin criticar, sin etiquetar, sin excluir las opiniones de nadie, sin tenerse que quedar encima, sin saberlo todo, sin negarlo todo, sin extenderse tanto como poara perderse (en inglés se usa la expresión "shaggy dog story" -historia de perro lanudo-con humor para referirse a los relatos tan detallados como innecesarios y aburridos)...
Hay quiénes escuchan pacientemente y cuando creen que les toca hablar se encuentran con una despedida, un cambio de conversación o un no rotundo...o un "sí, ya". En muchos casos una persona quiere contar algo y el nivel de escucha es tan, tan escaso, que las primeras palabras le sirven a su acompañante para seguir con la palabra...Por ejemplo:
-Ayer estuve...
-Sí, yo ayer estuve en el cine y vi...
Quince minutos después...
-Pues eso que te decía que ayer yo...
-Anda, no te lo he contado ayer yo ví a tu amigo...
Pasados otros diez minutos de relato...
-Sí, que te quería decir que...
-Oye, que no te he contado que he contratado...
Y a veces el mensaje se queda sin emitir, otras se lanza a trompicones, entrecortado, o sin llegar al final.
Pero hay situaciones más curiosas como cuando se quiere contar algo y a cada palabra se produce una interrupción "adivinatoria"...
-Ayer me llamaron...
-Sí, de una encuesta de esas de satisfacción, ¡qué rollo, tía!, a mí me llaman todos los días cuando me siento a comer...
-No, ayer me llamaron del centro de...
-¿Del centro cultural?, a mí también, con lo de la actuación de...que se pospone.
-No ayer me llamaron del centro de atención al cliente del...
-Ah, ya...
En fin, cada palabra que se avanza es una retahíla indagatoria y expositiva sin venir a cuento. Cabe plantearse si no se trata de maniobras más o menos conscientes.
La cultura popular ha generado expresiones a veces muy originales para describir esas situaciones tan incómodas y hasta nocivas para la convivencia. Por citar un ejemplo de Tomelloso, en la provincia de Ciudad Real, que seguro se usa en más lugares, escuchamos en una ocasión:
-!Es que no me dejas mojar sopa!
Hay otras muchas fórmulas más sencillas pero no tienen esa gracia. Se dice que te escuchen, que te esperen, que quieres decir algo...con mayror o menos acompañamiento de palabras de cortesía, con el "por favor", o el "si es usted tan amable" o "si me lo permite", o con alusiones a tiempos muy cortos, "un par de segundos", "un minuto"...
Lo cierto es que para muchas personas el diálogo, la conversación, la comunicación oral...es un verdadero sufrimiento. Así, encontramos a gente que no quiere hablar con determinadas personas, o que se niega a mantener diálogos y, en la otra situación, tanta y tanta gente que necesita, casi desesperadamente que la escuchen que, cuando cogen la vez no son conscientes de que hay necesidades del receptor también.
Las razones para ese no escuchar son múltiples. He leído algunas y otras son de cosecha propia. Desde luego el listado es largopero incompleto.Veamos algunas:
-Aprendizaje desde la infancia...Si en una casa no se suele escuchar es muy probable que la descendencia tampoco, pero no es un axioma científico.
-Generación espontánea...puede ser una cuestión neuronal, cerebral, química o de otro tipo.
-Ingesta de sustancias que "sueltan la lengua"...y a buen entendedor, pocas palabras bastan...
-El miedo y la inseguridad hacen que algunas personas no paren de hablar...
-La soledad...
-El sentimiento de superioridad. Quiénes no están dispuestos a escuchar algo porque ya se lo saben, lo saben expresar mejor, se sienten los cabecillas o líderes, creen que lo suyo siempre es más ocurrente, más interesante, más auténtico...
-Los que necesitan destacar, por ejemplo, delante de un jefe...
-Los que desean "anular" a otra persona, a otra opción...
-Los que sienten que lo hacen muy bien, por su gracia, por su soltura, por su naturalidad, locuacidad, comicidad, formación, liderazgo...
En español contamos con muchas palabras y expresiones que hacen alusión de forma más o menos exacta a esa dificultad de prestar atención a lo que dicen otras personas:
Abundante, bocarán, bocazas, charlatán, lenguaraz,... "no se calla ni debajo del agua"; "necesita un curso intensivo de buceo, pero sin escafandra"; "en boca cerrada no entran moscas"; "oveja que bala pierde bocao"; "por la boca muere el pez"; "ni que trabajara en Telefónica"; "necesita audiencia"; "le gusta escucharse";
Además, hay motes que se han venido utilizando para designar a quiénes no paran de hablar. Por ejemplo, "el mudo"...
Desde luego hay veces en las que con mano izquierda, con paciencia y humor se manejan bien estas situaciones. A veces no hay directamente contacto y puede darse incluso el enfrentamiento, el conflicto y la violencia. Hay casos de manual y de verdadera necesidad de ayuda especializada o terapia.
Hay personas con una capacidad inconmesurable para escuchar y, una buena parte de ellas son verdaderas heroínas, cercanas a la santidad, si se es creyente. En muchos casos se trata solamente de jerarquías, de todo tipo,de cualquier tipo...pero jerarquía, mantenimiento de un orden establecido dependiendo del "poder", en cualquiera de sus formas.
Hay gente que sufre, que lo pasa muy mal, y que no encuentran esos momentos para ser escuchados. Y hay igualmente quiénes sufren por su aislamiento, por la inexistencia de interlocutores.
En la llamada "educación reglada", desde la Educación Infantil se trabaja lo más intensamente que se puede esta habilidad "básica" para la convivencia. Quizás, visto lo visto, se debería trabajar mucho más, seguramente. Lo cierto es que el problema, la verdadera carencia, no está en la escuela, aunque se pueda contribuir. Se trata de una auténtica dificultad que se puede superar. Hay que ser consciente, en primer lugar, del alcance de nuesto discurso...y de nuestras características, positivas o negativas. Después, detectadas las dificultades habrá que leer, aprender, y ponerse manos a la obra, imponerse una disciplina y un programa de trabajo y, ponerlo en práctica, es decir, escuchar.