La envidia es un sentimiento humano. Desde pequeños aprendemos a reconocerla fuera y dentro. A veces, muchas veces, no da la cara, no se manifiesta, no se ve con facilidad. En dosis muy muy pequeñas, supongo que es no sólo normal sino hasta aconsejable. Pero la verdad es que la envidia existe. Se puede pensar que no, habida cuenta de la escasa atención que se le presta. No se estudia, por ejemplo, con la intensidad y objetividad necesarias. Curioso si lo comparamos con tantas áreas, asignaturas, contenidos, competencias, conceptos o temas. No hay un delito ni una falta que la configure o delimite. ¿Se habla de ella? Creo que mayoritariamente en el ámbito privado pero a veces salta al escenario público. Pero lo cierto es que se ha dicho que la envidia era o es el gran pecado, la gran falta o defecto de los españoles. Y no menos cierto es que se trata de una sopa muy común, de una suerte de charco muy extenso, un lago de profundidad desconocida y de características poco visibles.
Pero, si se presta atención, antes o después, la envidia aparece, asoma con su forma de lengua bífida, de mirada de reojo, de hacer el vacío, de dar de lado, de ninguneo, de no hacer aprecio, de soltar frescas, o nada frescas, de contar algo al cabo de los años, de soltarlo en un estado de embriaguez, de entusiasmo, de miedo, de nerviosismo o en un simple ataque de sinceridad. A veces la envidia dibuja acciones absurdas, pero se expresa, porque no puede estar siempre oculta, o eso se cree.
Pienso, quizás porque no he leído lo suficiente, que en nuestra Literatura, es decir en la Literatura Española, aparece mucho menos de lo que le correspondería. Dejando de lado esta elucubración sobre algo que desconozco, sí me parece que este importante sentimiento humano es considerado como tabú. Mejor no hablar del tema. Pero lo cierto es que es un verdadero problema para las personas que la sufren, pero también para los que los rodean y, los que, de alguna manera, son el objeto de esa "desviación" de la conducta.
Hay un detalle que puede llamar mucho la atención y es cómo, en ocasiones, puede dar la cara al cabo de años, de décadas y hasta de muchas décadas. Y, por último, la envidia afecta sorprendentemente incluso a aquellas personas que, de entrada, podría parecer que no tiene lógica que la experimenten. Hay quiénes dicen que es como una especie de vértigo, más acusado cuanto más alto se está.