miércoles, 3 de diciembre de 2014

En Educación, la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo.

En Educación, la autoridad no es lo mismo que el autoritarismo. Si nos referimos a las denominadas autoridades educativas el tema cobra una dimensión difícil de percibir, si no se está informado, como es el caso en España. Las personas que no están vinculadas con esta faceta de nuestras vidas es posible que no sepan de lo que estamos hablando. 
Veamos. Hay una autoridad política que se supone que tiene la capacitación personal y profesional para ejercer el puesto de gran responsabilidad que se le encomienda. Así, ministros, consejeros o delegados provinciales...son cargos elegidos por el poder político, elegido a su vez en las correspondientes elecciones o, en los sucesivos acuerdos de gobierno.
Además, y a un nivel jerárquico inferior, hay otros puestos de libre designación pero también se encuentran ya los puestos de profesionales de carrera.
Lo que está ocurriendo es grave y es que desde algunas esferas políticas y técnicas se está confundiendo la autoridad con la fuerza, convirtiéndose en autoritarismo puro y simplón. Inspectoras e inspectores hay que se están cubriendo de gloria por no decir algunos adjetivos muy poco positivos.
Se dice que se transmiten órdenes desde "arriba" y que los  inspectores, trabajadores al fin y al cabo, trasmiten esas instrucciones. Sin embargo no se puede juzgar a todo el mundo por igual y, especialmente, cuando se siguen dando casos de arbitrariedad y formas de hacer que nada tienen que ver con el respeto que se supone debe reinar.
No es de recibo, no es ni medianamente aceptable, que se esté desautorizando flagrantemente al profesorado e incluso a los equipos directivos casi a diario en cuantos conflictos o diferencias de opinión surgen con madres o padres -que, dicho sea de paso, suelen ser, en general las personas menos indicadas para quejarse por tratarse de casi siempre de personas que no cumplen las normas y rozan el insulto, la ofensa, el desafío, el capricho, la conveniencia y la mala educación. Es vergonzoso y lamentable pero, sobre todo, un verdadero problema para los docentes y, muy especialmente, para el alumnado y la gran mayoría de madres y padres que si cumplen escrupulosamente las normas.
Parece que se ha dado la orden de que ningún padre o madre que vaya a quejarse a los Servicios Periféricos se vaya descontento. Así, sin contar con los profesionales implicados, se les desautoriza y conmina -afortunadamente, a veces sin éxito- a modificar sus criterios puramente profesionales. De nada sirven las aclaraciones posteriores, ni la normativa, ni nada de nada. No se escuchan las quejas de quiénes sufren a diario esas faltas reiteradas porque se supone que hay que aguantar estoicamente las faltas de respeto y de cumplimiento de las normas de los menos por la mayoría.
Ante padres y madres que mienten, que no cumplen, que obligan a sus hijas o hijos a mentir...el profesorado debe callar. Se esgrime falaz e hipócritamente el derecho a la educación de personas que no entienden de obligaciones ni del bien de la inmensa mayoría sino sólo de esa supuesta elasticidad mágica para ellos solos.
En fin, dicen que la rosa es muy bonita pero pincha y que en la aldea las leyes no sirven y por lo tanto las dicta el cacique...

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