domingo, 25 de agosto de 2019

Aquella foto de un lince ...

Años setenta del siglo XX. Un internado religioso. Tiempos difíciles. Tiempos de cambios. Transición. Violencia. Miedo. Inseguridades, muchas, por todas partes. Incertidumbres. Esperanzas, también. Sueños, casi infinitos. Muchos, quizás sólo algunos, cimientos, tiemblan. Terrorismo. Atentados. Represión. Crisis, crisis, crisis...Insultos en cascada. Descalificaciones. Mentiras y verdades que tejen el día a día. Luchas también pacíficas. Silencios. Avances. Retrocesos. Enquistamientos. Engaños. Envidias. Envidia a mansalva. Resentimientos. Olvidos. Perdón, también perdón.
Y en ese tiempo, que parece incierto, atroz y gris, una pequeña foto de apenas cuatro o cinco centímetros de lado, de alguna revista en color no identificada, se convirtió en una ventana abierta a la vida, a la Naturaleza prístina y llena de color. Era la llave que abría la puerta pesada del día a día y conducía a un techo en lo alto de una selva, de un bosque, de una sierra...
Aquella foto era como una batería o un motor capaz de sacar a aquella persona de su tristeza, de su soledad, de sus miedos, de su dolor. Aquella foto de un lince, de apenas unos centímetros de lado...¡era en realidad tan grande!¡Era tan, tan profunda!¡Significaba, sobre todo, el futuro, que se abría frente al horizonte cercano, oscuro y casi indivisable! ¡Era la paz interior rodeada de trincheras y armaduras! Aquella pequeña foto de un lince era un camino placentero e instantáneo, un sueño, un sustituto de otras realidades que estaban lejanas.
¡Una pequeña foto de un lince!¡Era en realidad tan grande!¡Era tan, tan profunda!

miércoles, 21 de agosto de 2019

Propuesta de creación de una "Asociación pro comunicación", osea, Guasap, no gracias"

Corre el año 2019.Vivimos tiempos de cambios muy rápidos. Aunque en el fondo todo sigue casi igual. Desde hace unos años los móviles, con todas sus variantes, se han metido en nuestras vidas. En realidad los hemos metido nosotros y nosotras. Lo que supone un móvil es mucho: un teléfono ya con agenda, un reloj, cronómetro, despertador, calculadora, brújula con GPS, cámara de fotos y vídeo, grabadora, cuaderno de notas, calendario y acceso a internet, con todo lo que conlleva. Puedes buscar cualquier cosa en segundos, escribir correos, mensajes de texto, o usar otras aplicaciones como "guasap", "telegram" y demás. Puedes tener vídeo-conferencias o interaccionar en las llamadas redes sociales. 
Socialmente es "lo que nos faltaba para el duro". Leí hace unos años que era la ruptura de todas las fronteras, la posibilidad de no estar nunca más solo...¡impresionante! Curiosamente lo que nos puede acercar, nos aleja, nos aísla, nos enroca, nos encapsula, nos aprisiona, nos ata, nos amordaza, nos esclaviza...
Así, el llamado "guasap" o "guasa" se ha convertido en poco menos que el verdadero yo, en nuestro "alter ego". Te dicen que si no lo tienes, no estás, no existes, eres un troglodita, un neandertal, no estás al día, en la onda y otras cosas por el estilo.
Se da la circunstancia de que se ha extendido también su uso en los trabajos, contraviniendo claramente las normas incluso institucionales en muchos casos. Imaginemos que una citación médica o una multa se nos comunicara por este medio.
Esas personas que parecen no poder vivir sin el invento en cuestión, "el guasa" no dan señales de ser conscientes de lo que dicen. Puede que estén recriminando a una persona suficientemente hábil en las llamadas tecnologías de la información y la comunicación y que se pongan en evidencia con su escaso o nulo dominio. Tampoco se dan cuenta muchas personas de que hay otras alternativas como el correo electrónico, también gratuito, el mensaje de texto, otras aplicaciones como "Telegram", el teléfono, la carta y, por supuesto, el contacto humano. No hablaremos ya de "tuiter", "fliquer" o los diferentes tipos de "blogs", por citar algunos. Es como si todos tuviéramos que vivir en la misma super-carretera para poder llegar rápido, parar, soltar el ...¿mensaje? y salir corriendo otra vez.

Un poco en broma digo que hay muchas personas que ya son irrecuperables y que, otras muchas, todavía están a tiempo de salir de esos tentáculos pegajosos y que tanto nos quitan. Por ejemplo, intimidad, privacidad, sentido de la individualidad. Pero además está la banalización de la comunicación, de las propias relaciones humanas, del contacto entre personas. Está el tema lingüístico -sí, soy maestro de escuela, me gustan y me preocupan estas cuestiones-, me importa el lenguaje, el idioma, las formas...
Está el derecho de cada cual a estar sólo dónde y cuándo quiere estar. ¿No es un derecho fundamental? Está el derecho a ser tenido por una persona, por un vecino, por un habitante, por un conocido, por un amigo o un familiar o un trabajador o un cliente o usuario sin tener que estar o tener "guasa", "feisbú" o lo que sea. 
Todavía estamos a tiempo. Y ya no lo digo en broma. Me parece que cada día nos cuesta más trabajo mantener una conversación, que, como se sabe, conlleva ineludiblemente, el acto, precioso, de escuchar, por ejemplo.