Llevo varios días pensando en el concepto "cerrilismo" y en su adjetivo, poco usado hoy en día, "cerril".
Cuando yo era pequeño nuestros mayores usaban un vocabulario muy rico y expresivo que, a mi juicio, está desapareciendo o, al menos, escaseando. Otras palabras son usadas en su lugar, muchas veces procedentes del inglés. En mi opinión, en términos generales, es un error y, sobre todo, una pérdida, pero el habla evoluciona y cambia, a pesar de la Lengua. Ayer, sin ir más lejos, escuché al cantante Loquillo en la radio, en RNE, con esa impostación intelectual que le caracteriza, hablar de los "luser" ("loosers", supongo). Me pregunto qué tanto por ciento de los oyentes de ese programa conocen el término y si tiene sentido expresarse así. ¿No lo sabe decir de otra manera, él, que va de...? Da igual, cada uno es cómo es.
Sea como fuere, lo cierto es que la palabra cerril es muy necesaria, desafortunadamente, hoy, en 2020. Tras echar un vistazo al diccionario de María Moliner y al de la Real Academia de 1992, me quedo con ganas de profundizar un poco en el trasfondo del significado. Aún corriendo el riesgo de decir auténticas barbaridades.
Así, cerril viene a significar salvaje, no domesticado, brusco, hosco, y, en particular, que no atiende a razones, obstinación ante la evidencia. Pero, lo curioso es que no se debería utilizar el término para designar por igual a la persona que, por diferentes causas, tiene una serie de carencias, problemas o síndromes con la que no presenta esas características. Es decir, si una persona, por no haber recibido la educación necesaria, o por haberla recibido con una orientación más bien negativa, se comporta cerrilmente, se puede comprender y perdonar. Un hombre o mujer con un trastorno del tipo que sea no es igual que quién aparentemente es muy correcto.
Sin embargo, cuando esa persona cerril no presenta esas carencias y su comportamiento obedece al mal humor, al odio, al desprecio, a la inquina, a la negación de lo evidente -porque no se acepta la crítica, porque no se soporta que nos corrijan, multen, enmienden, lleven la contraria, porque no se admiten las diferencias ideológicas, religiosas, sexuales, raciales, económicas, culturales, sociales, locales o nacionales...-entonces, estamos hablando del verdadero, del genuino, del auténtico cerrilismo. Y ese es el que molesta de verdad, el que duele, el que hiere y del que hay que protegerse, sin llegar nunca a ponerse al mismo nivel, pero sí con energía, con fuerza, con la inteligencia emocional que se disponga, con habilidad y con la capacidad de evitarlo, sobre todo, en el futuro.
Si se piensa con calma, hay grados y no es lo mismo que alguien suelte lo que se suele denominar "una coz", ya de por sí preocupante y hasta peligrosa, sobre todo para las personas con sistemas inmunológico-emocionales por debajo de la media, a vivir todo el desarrollo del paroxismo cerril, que se suele retroalimentar, como algunas tormentas.
Ambientes y atmósferas favorables hay y hasta propicias y generadoras de esas actitudes. Lo que suelo denominar "la politiquilla", o la política de mi baldosa, el egoísmo, la falta de empatía, la envidia, el sentimiento exacerbado de clan o grupo, la mediocridad estructuralizante, la autocomplacencia, el apoyo incondicional, el narcisismo en cualquiera de sus formas, los ambientes, en general, muy cerrados sobre sí mismos...suelen generar esas conductas.
Lo cierto es que el cerrilismo existe y cuando se vive de cerca resulta bastante negativo. Y lo eor que se puede hacer ante una manifestación cerril es reír la gracia.
El ser capaz de escuchar, de leer, de observar, el estar en disposición siempre de aprender, de descubrir, de sorprendernos, el mantener la curiosidad como una luz que nos guía, son verdaderos antídotos contra el cerrilismo. Por cierto, el alcohol y otras sustancias yo las considero, siguiendo el ejemplo de nuestro ejército, no un atenuante sino un agravante. Un amigo me decía hace poco que él no suele beber pero que cuando lo hace se pone cariñoso, más agradable, simpático, y hasta parlanchín...frente a los que se ponen agresivos, maleducados, faltones y demás...incluyendo esa categoría de la que estoy hablando: el cerrilismo.
Y por último, hay quiénes sacan provecho de esas conductas y las inducen, las propician, y me atrevo a decir, que las cultivan...Desconozco si hay vocablos en español para ellos. Me quedo con la idea de que quien siembra vientos recoge tempestades.
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