Seguro que si este breve texto lo lee alguien alguna vez producirá mayoritariamente asombro, burla o desconcierto. ¿Cómo un llamado profesional de la Educación con "veintipico" años de experiencia se atreve a decir semejante tontería? ¿En vez de Matemáticas o Ciencias Naturales se van a tener que crear asignaturas para controlar el miedo y cuántas emociones se le ocurran a algún "chalao" de la vida? ¿Estamos perdiendo el Norte? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Tenemos que enseñar a ahuyentar al coco?
Bueno, pues, en realidad, ejem, yo, en fin...pienso...creo...se me ha ocurrido...
Pues si, claro que sí, claro que es infinitamente más importante conocernos en profundidad por fuera y por dentro como individuos y como grupos y sociedades que aprender una serie de conceptos de diferentes disciplinas que quizás no sirvan para nada o prácticamente para nadie. Por otro lado no se trata de excluir nada ni de eliminar, suplantar o reemplazar sino de empezar a plantearnos si la sociedad que estamos construyendo es la mejor de las posibles y la que verdaderamente queremos la mayoría.
Así las cosas no se entiende que en un país como España el miedo o, mejor dicho, los muchos miedos, sigan siendo los verdaderos protagonistas de nuestras vidas, los guías estructuralizantes de nuestro día a día...en el colegio, en el instituto, en la calle, en el trabajo, en el ocio y hasta en la familia.
No es normal que cada vez haya más fobias, más síndromes, más enfermos mentales y que, paradójicamente, se hable menos de esos aspectos. No es normal que colectivos impresionantes se callen o miren para otro lado por miedo, por el qué dirán o sencillamente por una inercia que fue grabada quizás desde la más tierna infancia.
No es lógico que a las personas que se atreven a hacer lo que quieren -siempre respetando- se les tome por bichos raros, por diferentes, por locos, por idos, por chalaos, colgaos, radicales, extraños y otros adjetivos parecidos. No es lógico que haya tanta mentira conocida a voces y que el discurso imperante sea el silencio...Se ha impuesto el traje nuevo del emperador como guión de nuestras vidas y nos parece "normal". Se hace cierto o extremadamente certero el dicho de que sólo los borrachos y los chicos dicen la verdad y nadie parece reaccionar. ¡Y que no se le ocurra! Rápido caerán sobre la osada persona las reprimendas, los castigos de todo tipo y hasta la persecución.
Una vez escuché que en plena guerra civil unos milicianos estaban haciendo algo prohibido. Los vio un chico de ocho años. Uno de ellos se le acercó con el pistolón en la mano y con la otra le hizo el gesto de callarse. Después, cuando ya se iban, se dio la vuelta, levantó el arma y gritó "a chitito"...
"A chitito"...curioso diminutivo de "chitón" que, como otros, en este idioma ...en realidad tienen un sentido magnificador y no el que debería corresponderle. Podríamos decir que eran otros tiempos, nada más y nada menos que la Guerra Civil Española de 1936-1939. Pero ¿ha cambiado algo en una sociedad que se dice culta, democrática y rica? Mucho me temo que ha empeorado. Pienso en aquellas situaciones de solidaridad en las que peligraba hasta la vida propia y de otros miembros de la familia o en las que se compartían los escasos alimentos, en medio del hambre, y comparo con las situaciones que voy conociendo. Nada me cuadra. Hoy se tiene miedo hasta de decir lo que se piensa en cuestiones de lo más elemental y eso revela otra realidad que puede ser verdaderamente preocupante. ¿No será que hay serias razones para tener miedo? ¿Es que hay personas y grupos que ejercen el poder de forma autoritaria y caprichosa? Todo parece indicar que es así. Y en esa situación quizás obrar con cautela y hasta con hipocresía pueda ser en realidad un mecanismo de auto protección y, como tal, inteligente.
Así las cosas, y si fuera cierto que existen infinidad de situaciones cotidianas en las que obramos con miedo o sentimientos y actitudes parecidas, lo lógico sería pensar que para superar esas dificultades hay que identificarlas, nombrarlas y enfrentarse a ellas con algo parecido a un plan, una estrategia, un protocolo o un conjunto de habilidades.
Aunque resulte chocante somos una sociedad bastante deficitaria en cuanto a educación emocional y basta con leer un periódico o escuchar unas noticias. Evidentemente no se trata de cargar la responsabilidad exclusivamente en las instituciones o empresas educativas pero si en reflexionar al respecto. Miedo no es que haya, es que abunda por doquier. En la calle, en los trabajos en un sentido tan amplio como para incluir colegios, institutos, universidades y todas las modalidades de aprendizaje, los hospitales, las administraciones, los lugares de ocio...¿dónde no hay miedo? ¿dónde no hay personas que no se atreven a decir no? Ahora hay varias campañas publicitarias o educativas de tema feminista que precisamente inciden en el "No" como negación...¡que también es triste! ¡Tener que explicar que "no" significa "no"...
Ayer, oí en un parque a una chica de unos once o doce años decirle a dos amigas: "tía, es que yo también estoy cagá"...Una de ellas perdió a su padre hace poco de forma violenta. Me dieron ganas de pararme y hablar con ellas pero pensé que hasta se podían asustar de mí. Y hace muy poco, esperando la vez en un centro comercial una mujer le decía a otra: "¿te has enterao? ayer echaron a fulanito, después de siete años, por que dijo que no podía venir a trabajar porque no le habían avisao con 24 horas", nada, a la calle que se va, me lo ha contao pero no digas que te lo he dicho yo si te pregunta alguien..."
Son muchos los ejemplos que podría poner. ¡Qué más da! Una vez, al final de curso y de ciclo (dos cursos) pregunté a mi alumnado de doce años que qué era lo que más les había gustado. La mayoría me dijo que la actividad que habíamos hecho sobre los sentimientos como los celos, el odio, la envidia, el miedo...
continuará...
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