Pablo Iglesias ha venido criticando muy duramente a los políticos españoles desde que empezó su etapa mediática, que se tornó en política. Así, acuño, o al menos fue el máximo difusor, del término despectivo "casta". La casta es para Pablo Iglesias y sus seguidores de Podemos un complejo grupo de políticos que han disfrutado de unos privilegios y del poder y que nos han conducido, según él, a la situación de crisis actual.
No ha sido un término usado esporádicamente sino que, por el contrario, era uno de los componentes fundamentales de su discurso. Era como si tuviera un plan preconcebido en el que había herramientas o armas para conseguir sus objetivos y "la casta" iba a serle muy útil. Desde el punto de vista divulgativo, popular, social y didáctico ha sido todo un éxito. Reducir la realidad a iconos fácilmente manejables hace que resulte más cómodo de identificar el supuesto problema y que se nos olvide que se trata de una simple construcción mental o una extraordinaria simplificación. En realidad el concepto tranquiliza y hasta tiene un efecto sedante por no decir hasta narcótico. Si la responsabilidad de la crisis -probablemente se han estado superponiendo varias crisis- la tuvo un grupo bastante reducido y circunscrito a la llamada clase política el ciudadano de a pie queda a salvo. Se podría profundizar más al respecto pero quizás sea en otro momento.
Así las cosas, como mínimo, sorprende, cuando no indigna, y hace sospechar que todo el discurso de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón son una burda farsa. Por un lado está la casta, execrable, insultable, despreciable, criticable...sin reconocerle ni un sólo mérito, acierto, efecto positivo o virtud. Y por otro, políticos con los que, teniendo diferencias, se aprende porque tuvieron altas responsabilidades en el gobierno. Son gente maja con la que si se puede hablar. Así, el ex presidente de gobierno de España, el ex presidente de Castilla-La Mancha y el candidato en activo a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha parece que quedan al margen de esas graves acusaciones lanzadas casi a diario desde hace años.
Por supuesto que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón son libres. Por supuesto que el diálogo es positivo. ¡Por supuesto! Pero ¿no es una burla a las personas a las que han venido hablando con tanta vehemencia de su supuesta aversión a estos mismos políticos?
En cuanto a su buena relación con José Bono por el hecho de que el político manchego, en su época de abogado defendiera a su padre podríamos decir sencillamente que se trata de algo así como un enchufe, un trato de favor, o como se quiera.
¿Y qué decir de un político en activo como García-Page? ¿No es su adversario? ¿No forma parte de la casta?
Pero hay más.
El duo de líderes de Podemos no se han tomado la molestia de recorrer España para conocer a los miles de personas que, de alguna manera, les están haciendo el trabajo. Evidentemente no habrá tiempo de aquí a que acaben las elecciones para que puedan visitar los más de ocho mil municipios de España pero ¿Qué tal intentar conocer las capitales de provincia? ¿No es verdaderamente un desprecio hacia las muchas personas que están organizando los llamados círculos que se reúna con dos políticos de la llamada casta en teoría inactivos y un tercero en activo.
Por mucho agradecimiento que sienta hacia José Bono ¿conoce lo que podría ser como el lado oscuro de este político? Desde luego valdría como ejemplo de político populista que ejerció el poder durante demasiados años y que no fue precisamente un adalid de valores como la democracia o la libertad de expresión.
Personalmente me he sentido engañado y espero que se produzca alguna rectificación suficientemente claras y contundente.
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