lunes, 19 de diciembre de 2016

¿Pueden los médicos ir al médico?

¿Pueden los médicos ir al médico? Parece que, aplicando lo ordenado por la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha los maestros y maestras no pueden asistir a las tutorías de sus hijos o hijas. ¿Sorprende? Pues lo afirmado en una circular enviada a los centros públicos. Basándose en unas sentencias se viene a decir que puesto que las horas de docencia con el alumnado no son recuperables se debe hacer lo posible para adaptarse a los horarios de manera que no se pierda clase pero que, si no fuera posible, sencillamente no se puede asistir.
¡Así trata la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a sus trabajadores y trabajadoras! 
Es curioso...miles de maestros y maestras diciendo a los padres y madres lo importante que es asistir a las tutorías de sus hijos e hijas y a las reuniones trimestrales y ellos no pueden asistir si coinciden los horarios. Es decir que se predica con el ejemplo...pero al revés. Una más de una administración que abiertamente vulnera los derechos de sus trabajadores. Luego llega el Día de la Enseñanza y se organizan actos con el blablerío de costumbre, con la verborrea institucional, con el falso elogio y la hipocresía desbocada...

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Respetando los caminos ...

Hace unos años había tres hombres trabajando en una casa muy antigua, en el campo. Era verano. Hacía mucho calor. Llegó un ciclista y preguntó a uno de ellos por su hijo, que estaba allí trabajando. Se trataba de un hombre que ya tenía cumplidos los ochenta años. Venía de hacerse una de sus rutas de muchos kilómetros. Sudaba y bebió agua. Los tres albañiles hicieron un pequeño descanso, bebieron agua y uno de ellos empezó a fumar un cigarro.
El hombre mayor estaba enfadado. Se quejaba no del calor ni del cansancio ni de su edad ni de los muchos kilómetros que había recorrido...Se quejaba del estado en el que se encontraba el camino. Decía que parecía mentira que, habiendo tanto dinero y tantos medios, hubiera gente tan egoísta, tan avara, tan poco respetuosa como para arar hasta el mismo borde del camino, incluso sobrepasándolo. Decía que era curioso que muchas veces esas fincas eran precisamente de los llamados "labradores fuertes" es decir, esos agricultores con muchas tierras y a pleno rendimiento y con economías muy potentes. Recordaba nombres y apellidos de los propietarios, los nombres de los parajes, los cultivos que había habido en otros tiempos y  las propiedades y "riquezas" de esos "señores". 
No en vano había recorrido ese camino miles de veces a pie, con las bestias y después con el tractor. Ahora lo hacía por placer. Había vivido ya muchos arreglos del camino. Se sentía indignado por esas piedras que se encontraban en el camino provenientes del arado de tal o cual vecino. 
Fue casi un monólogo. Los otros tres presentes tenían poco que añadir, salvo asentir y señalar con la mano esa finca cercana en la que se veían las piedras al borde del camino pero, también, ya en el mismo camino.
Uno de ellos dijo que para él lo peor no era que eso ocurriera sino que por allí pasara la Guardia Civil, el Seprona, la Policía Municipal, el aparejador del ayuntamiento, el guarda rural, algunos concejales y nadie parecía hacer nada para solucionarlo.
Otro dijo que era una pena que se gastaran tanto dinero en arreglar caminos para luego permitir que se destrozaran así, sin que se hiciera nada.
El buen hombre dijo que había pinchado pero que eso no era lo malo, que lo grave es que cualquiera podía sufrir un accidente. 
La pena es que esa conversación no se grabó ni se repitió ni se difundió. Probablemente hubiera tenido lugar muchas veces y se seguiría repitiendo...sin demasiado éxito. Probablemente hoy mismo esta conversación vuelva a tener lugar...o se esté produciendo ahora mismo...

Dedicado a las miles de personas que sí piensan en los demás, en eso que llamamos "bien público" y que, hablando de caminos, se preocupan de no dañarlos y hasta paran para quitar piedras y basura...como me enseñó un pastor de Fuente el Fresno hace ya más de 35 años.

(Basado en hechos reales, con alguna ligera modificación, en Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real)

Apagar bien el teléfono móvil antes de proferir improperios...ahorra disgustos, malestar y dolor, incluso al prójimo.

Cuando aquella mujer dio por terminada la breve  e infructuosa conversación con su fontanero pensó que tendría que aguantar un día más sin agua en su casa. Lo aceptó sin rechistar. La fidelidad, el respeto y las buenas formas eran muy importantes para ella. Sin embargo, un pequeño despiste de apenas unos segundos supondría varios quebraderos de cabeza. No acertó a cortar la llamada y su incauto interlocutor manifestó abiertamente su malestar con un improperio. La receptora no hizo ni un gesto aunque se sintió defraudada. Su madre, que estaba al lado, escuchó perfectamente lo que había dicho el atareado trabajador.
-¡Trae, que le voy a preguntar un par de cosas!
-¡Ni se te ocurra! No lo llames, no pasa nada.
-¡Pero cómo que no pasa nada! No te soluciona el problema y encima tiene la desfachatez de decir eso! ¡Si no me dejas que lo llame, a mi casa no vuelve! ¡Con la cantidad de ...!
-No merece la pena ni pensarlo. Nos tiene que resbalar, cada uno se retrata y nosotros no somos así. Machaconamente su madre empezó a relatar las situaciones en las que se habían tenido que...en fin, en las que la actuación o el trabajo de esa persona había dejado mucho que desear. La última hacía apenas unos meses. Esos fallos los habían sobrellevado siempre con buen talante. Habían aceptado los inconvenientes con comprensión y ahora se sentían, sencillamente, insultados y humillados. 
En la televisión, en un programa, la mujer oyó en ese momento decir:
-,,,la confianza es como un material duro, muy duro...pero frágil.,,,

(Cualquier parecido con la realidad es totalmente intencionado, salvo en los detalles de la profesión, la avería, el sexo o parentesco de los intervinientes).

Dedicado a un curioso lagarto de las islas Filipinas.