martes, 3 de octubre de 2017

¡Otra vez a hablar de los grises!

Los grises era como se llamaba a la Policía Nacional en los tiempos del Franquismo y de la Transición. Para mucha gente era poco más que una denominación más o menos graciosa con un toque peyorativo y, para otros, fueron algo como un icono que representaba la represión del Estado. Sea como fuere, en realidad era la Policía Nacional, un cuerpo de seguridad no militar. La Guardia Civil es, por el contrario, un cuerpo de Seguridad militar, a pesar de su nombre. 
Se hablaba de los grises, sobre todo, en la Transición...y mucha gente, muchos políticos, sindicalistas, activistas...decían que habían corrido delante de ellos o que, incluso, habían sufrido los palos en las manifestaciones.
A mí me cambió esa concepción cuando estuve en el País Vasco, o Euskadi, según se prefiera. Allí me contaron y aprendí que a quién de verdad temía la gente que iba a las "manifas" era a la Guardia Civil, de manera que mi idea de esos policías terribles  rebajó mucho su intensidad.
Por si fuera poco me contaron un chiste que, como casi todos, no tenían en realidad nada de broma sino de sentencia de tesis doctoral, de Forges. Creo que era de Forges, que me corrija alguien si me equivoco. Lo que vino a decir es que él estuvo en alguna de esas refriegas con los famosos, temidos y denostados grises y, en realidad, no había tanta gente...
Ahora vuelve el fantasmagórico concepto. Políticos y otras personas vuelven a hablar de ellos pero habría que ver si de verdad estuvieron o no. Y vuelve la Policía Nacional a estar en el punto de mira de la llamada opinión pública por ...trabajar, por cumplir con su trabajo, por hacer lo que se les ha pedido.
Yo creo que habría que pensar un poco más antes de hablar, de escribir, de titular una fotografía en un periódico de tirada nacional, internacional o autonómica...Desde luego lo que está pasando no es, a mi juicio, tan grave como se nos está intentando hacer ver. Evidentemente hay un problema que, a su vez, son muchos conflictos más. Pero de eso a sacar conclusiones de lo más extremas hay una gran diferencia.
Hablar mal de los que cumplen con su trabajo y hablar bien de los que no lo cumplen me parece poco acertado. Usar términos demasiado fuertes, rotundos o humillantes no es una buena iniciativa para mejorar la situación de tensión que se está viviendo. Y debería haber una forma única de entender la autoridad. No parece lógico que se critique a unos y no a otros o que se les pida ayuda en determinadas situaciones y en otras se les critique, persiga, insulte, agreda o humille.
La información que nos llega es contradictoria de manera que todo es matizable y revisable pero está habiendo mucha palabrería y hasta palabrotería en cuanto a las actuaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Ojalá fuera cierto que se tiene la intención de investigar lo ocurrido y, después, darlo a conocer. Me temo que se trata de hacer ruido y debilitar al contrario, como suele ser habitual.
Desde luego es sospechoso que se hable tanto de los grises, de hace cuarenta años, de la Policía Nacional y de la Guardia Civil y tan poco de lo que de verdad está ocurriendo. 

Como siempre, me sorprenden mucho los comentarios de periodistas, contertulios, políticos, profesores de universidad, escritores y ...todo ese grupo de personas que, mejor o peor, dan su opinión y sus conocimientos y experiencias en público. Y me sigue sorprendiendo, como siempre,  la falta de respeto y de rigor de muchos de ellos.
Y para otro día puede quedar pendiente hablar de algunos comentarios escuchados o leídos a Ada Colau, a Pablo Echenique y a Pablo Iglesias. Sin entrar a valorar el trasfondo, en mi opinión, siguen perdiendo el norte y, en este caso, el rumbo de la cordura.

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