Tantas veces he dicho, en privado pero también en público, que creo que se debería prohibir el fútbol en España que ya ha llegado un momento en el que he pensado que debería dar un paso más y explicarlo. El fútbol es un deporte aunque además se haya convertido en un espectáculo de masas de primer orden en muchos países, territorios, sociedades y grupos. Y además, es una especie de "pasión" demasiado desbocada en tantos casos que hacen aconsejable que pensemos si es "normal" o sencillamente "lógico". Como espectáculo de masas el fútbol, es decir, todo lo que hay alrededor viene produciendo verdaderas aberraciones humanas, sociales, económicas, urbanísticas, políticas, informativas, emocionales, periodísticas, educativas, ambientales, culturales, éticas...Y eso está ahí, si se quiere ver como si no. Con un simple insulto, con una frase más o menos ingeniosa se puede zanjar todo lo dicho. Hasta hace muy poco se aludía, por ejemplo, a la sexualidad de una persona para descalificarla, y asunto terminado. O se achaca la "rareza" del osado crítico, y ya está. Sin embargo, la cuestión es de gran importancia. Ver lo que ocurre en España con el fútbol es verdaderamente penoso pero, lo que más duele es el atronador silencio de la inmensa mayoría de personas a las que no nos gusta nada y que tenemos que sobrellevar esa carga de ruído, de imágenes chillonas, de realidades que rayan lo obsceno y lo injusto y que se cuelan a cada instante en nuestras vidas.
Hace unos días, sin ir más lejos, en una emisora de radio nacional, el periodista decía algo así como "Iniciamos hoy nuestro espacio informativo dedicado al deporte enfocando principalmete el fútbol..."¡Sorprendente! ¿Hoy? Pero si es todos los días y a todas horas. Pero si se cambian hasta los horarios de los trabajos y de los transportes para determinados eventos. Pero si se informa más del fútbol que de lo que pasa en el Congreso de los Diputados o en el Senado o en el Consejo de Ministros. Si de dedica media hora en el mejor de los casos a hablar de todo lo divino y lo humano, lo nacional y lo internacional, y otra media a hablar de fútbol...Si tenemos, por hablar de deportes, campeones y campeonas de Europa y del mundo de un montón de deportes y no los conoce nadie...
Pero ¿y la agresividad que genera? ¿Nos lo hemos planteado alguna vez? ¿Es normal? Ya sé que muerto el perro...no necesariamente se acaba la rabia pero algo habrá que hacer.
No entiendo esta sociedad en la que un futbolista es más importante que un médico, que un albañil, que un panadero o que un ama de casa...que pone hasta el aperitivo para que alguien se siente a gritar frente a un televisor. No entiendo este mundo en el que a diario vemos a gente manifestándose y quejándose y nunca he visto nada en contra del fútbol, aunque seamos mayoría. No entiendo que podamos escatimar tanto dinero para tantas necesidades y que no se haga con el fútbol. No entiendo lo que viene pasando en los pueblos y ciudades de España con sus equipos, con sus gastos, con sus fichajes, con sus empresas en torno a este cuasi-circo romano. No puedo compartir ese sentir de pertenencia a un país que se paraliza o se enerva por estas razones y no por otras mucho más importantes. Lo siento. Creo que ya ha llegado el momento de empezar a desmontar esta gigantesca falacia de ídolos, semi-dioses, manejados por unos pocos, para disfrute de una masa que no quiere reaccionar a otros estímulos.
Desde luego es evidente que el fútbol debería estar prohibido en colegios e institutos y que las instituciones públicas deberían hacer lo propio. Visitemos una biblioteca pública, un centro educativo público, un centro de mayores, una sala de urgencias y luego pensemos lo que se podría hacer con la ingente cantidad de dinero y recursos de todo tipo utilizados en el fútbol.
En fin, una pena el reflejo que proyectamos de la sociedad más culta, más rica y más preparada de todos los tiempos.
¿No es sorprendente que se pueda objetar en la declaración de la renta si se desea que se destine una parte de nuestros impuestos a la Iglesia Católica y que no se pueda hacer lo mismo con el fútbol?¿No es sorprendente que un futbolista pueda eludir la cárcel llegando a acuerdos económicos con la Justicia o la Hacienda Pública? Otra opción sería que se construyeran ellos mismos, las estrellas de la camiseta y el pantalón corto, sus propias cárceles, como las mansiones en las que viven, pero con la particularidad de que las vigilásemos con dinero público.¡Madre mía! ¡Aberración tras aberración!