Viendo "Bagdad Café", esa película maravillosa, le surgieron unas preguntas interesantes. Así, se planteaba si era lo mismo el amor que el cariño familiar. Si había un nexo objetivo entre la sangre y esos sentimientos, si las meras palabras podían ser, como decía aquel poeta, un obstáculo o incluso un arma de doble filo. ¿Podía el nombre de un sentimiento modificar la realidad? ¿Una palabra sirve para oscurecer una vida? Al final, no son las realidades del color que las queremos ver. Esos colores del bar de carretera polvoriento ¿son reales? ¿Y nuestros recuerdos? ¿Coinciden con la realidad? Ese arma arrojadiza que vuelve, ¿qué es?¿un mal momento incrustrado, tallado, bruñido, grabado, marcado, esculpido, tatuado...?¿una herida que no cerró bien?
Se puede hablar de amor, de querer, de encariñarse, de dar cariño...pero ¿vuelve el recibido con la misma moneda? ¿La magia de quitar una cartera y devolverla al rato es como la carga afectiva recibida? ¿Hay que devolverla o no hay que devolverla? Como un simple saludo, un comentario, una sonrisa, una mirada, una simple palmada...¿Son de ida solamente? Jasmin quita y devuelve con gracia y alegría. Limpia y calla. Hace el café, cocina y ordena...escucha y valora...No es nadie, una solitaria más, una náufraga en un mar de arena y polvo, una clienta que paga. Al principio un incordio y después una razón de ser.
Brenda es la rueda de una máquina que no para de girar, y ya chirría a cada movimiento...
Y así pueden ser tantas y tantas vidas, con esos colores difíciles de creer, de entrada. Cielos azules, rojos, anaranjados, verdes, marrones, ocres, grises, negros...y cada color, con miles de tonalidades, son en realidad, inmensos mares de formas de sentir y de hacer sentir a los que están alrededor.
Una vez, en una discusión, una persona recriminaba a otra la falta de amor (querer) y la persona increpada se defendía con el escudo verdaderamente fuerte del respeto...
Pero como el bumerán, las vidas van y vienen, se cruzan, se acercan, se alejan, se acaban de golpe, no se vuelven a cruzar...se choca con un depósito de agua o se acaba en la mano jovial, que lo recibe con amabilidad, con franqueza...
Resumir una vida o unos años o la simple convivencia con una palabra es muy, muy complejo. Es como trazar el perfil de alguien con una brocha gorda en un pequeño papel. Simplificar está bien en Matemáticas y, muchas veces, hasta en las conversaciones. Pero tiene un riesgo alto. Desde luego Jasmin, en la película, limpia, ordena, trabaja, acompaña, ayuda, se preocupa, cocina, paga, ríe, escucha...hay quiénes opinan que lo de menos es cómo se llame "eso"...que lo importante es que "eso", se haga.
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