jueves, 19 de septiembre de 2019

Sobre el llamado fracaso del presidente del gobierno de España en funciones.

En esta tercera semana de septiembre de 2019 hemos sabido, aunque ya lo intuíamos, que se repetirán las elecciones generales, celebradas el 28 de abril de este mismo año. En dos días he escuchado tantas veces la palabra "fracaso", sin haber estado demasiado conectado ni a la televisión ni a la radio que me ha parecido que debía dar mi opinión.
En primer lugar, para mí, la palabra "fracaso" es un tanto conflictiva y la considero tabú. La evito y pienso que se usa demasiado a la ligera, como tantas otras de nuestro rico idioma. Así, siento un verdadero rechazo al pseudo-concepto de "fracaso escolar", por ejemplo y ya he escrito en varias ocasiones sobre la cuestión.
De manera que, al escuchar el mencionado vocablo tan repetidas veces en boca de los adversarios políticos y de algunos analistas políticos lo primero que me vino a la cabeza es que si existía esa coincidencia semántica es que algo no cuadraba. Es decir, los mismos que no se han puesto de acuerdo para que haya un gobierno en España durante estos cuatro meses ahora hablan de "fracaso"... Resulta un tanto chocante, por no decir sospechoso.

Por otra parte, suena a cliché, a tópico, a lugar común, a coletilla, a una especie de "que en paz descanse... y que tanta gloria lleve como descanso deja". Es decir, ¡hablar de "fracaso" en esta coyuntura política es toda una genialidad! ¡Es de una finura, de una profundidad, de una exactitud!¡Puf!¡Qué genialidad!

O dicho de otro modo, ¿qué significa exactamente "fracaso" refiriéndose al presidente del gobierno de España en funciones?¿Que no ha sido capaz de formar gobierno sin contar con mayoría absoluta? ¿Que no ha sido capaz de alcanzar los pactos necesarios? ¡Claro, claro!
Pero, veamos. Parece evidente que la realidad electoral ha cambiado desde hace unos años. Del llamado bipartidismo -que no ha sido real en todos estos años, como se sabe-hemos pasado a un reparto de los votos y de los escaños más fragmentado. Y eso supone, de entrada, mayor complejidad y dificultad. No es lo mismo arreglar un plato roto en tres trozos que en trece, por ejemplo. Y esa es la nueva realidad. Ahora el PSOE y el PP, por el momento, tendrían que ponerse de acuerdo con varios partidos para formar gobierno, y no parece tan sencillo ni manejable.

¿Se puede hablar de fracaso porque el electorado se comporte así? ¿Es un fracaso que no se vote mayoritariamente a un partido o al otro? ¿No será que no creemos en la democracia ni en estas posibilidades que son legales y legítimas? Quizás vivamos un momento sencillamente excepcional o, por el contrario, puede que se trate del pan nuestro de cada día, a partir de ahora.

Ya sabemos el valor que tienen las encuestas, con ese toque final de "cocina" del que se viene hablando. También conocemos el valor de los análisis políticos y de las predicciones. A considerar, por si acaso, el peso inexorable del azar o del no azar, que puede cambiar la situación, a veces, de golpe. Desde luego, lo más seguro ahora mismo es, precisamente, la inseguridad, la impredictibilidad política y electoral.

Pero, volviendo al supuesto fracaso de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, nos podríamos hacer algunas preguntas. Una muy sencilla sería si con estos mimbres se puede hacer un cesto. Yo creo que si se habla de fracaso habrá que reflexionar, ejercer la crítica activa, introspectiva y retrospectiva y, porqué no, mirarnos al espejo. Cada persona que deposita un voto, de entrada, sabe lo que hace. Desde luego si entendemos y asumimos que todas las opciones son válidas, lícitas, legales, legítimas, respetables...no deberíamos luego echarle la culpa a una persona o a un partido. Si se añora el llamado bipartidismo, con algunos flecos o calderilla, por importante y respetable que sea, pues...está claro.

Si lo que se desea es que cambie la legislación electoral parece que eso no va a pasar mañana. En estos cuatro meses ha habido un gobierno en funciones. Se podrá hacer una valoración mejor o peor pero hablar de fracaso supone un reparto proporcional a todos los partidos y a todos los ciudadanos. Yo no considero un fracaso de Pedro Sánchez que haya elecciones. En realidad ese supuesto fracaso no es el fruto del momento, es fruto de temporada, que se ha venido cultivando desde hace ya unos años.
Lo que si parece claro es que se utilizará, más que políticamente, partidístamente, como pelota en cualquier juego, pero con muy poca enjundia. Lo importante sería pensar en el futuro y ver cómo se evita otra repetición electoral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario