Antesdeayer pude leer el comunicado oficial del gobierno de España sobre el proyecto de Ley de Memoria Democrática. Además, vi algunas noticias en televisión y leí un par de artículos de opinión en prensa conservadora y las propuestas de otro grupo parlamanterio, concretamente Izquierda Unida (en coalición con otro partido).
¡Qué puedo decir! Por un lado, lógicamente, que no he tenido acceso, por el momento, al texto en cuestión. Por otro, que tampoco he leído los argumentos o las opiniones de los defensores de esta futura nueva ley, más allá de lo mencionado.
Desde luego me parece un despropósito de los más grandes que he leído en los años que llevo prestando atención a la actualidad, es decir, desde mi adolescencia. Así, sólo puedo comparar semejante disparate con algunos proyectos o realidades en materia medioambiental.
Veamos. ¿Es necesaria una nueva ley? ¿Qué razones tiene el gobierno para cambiar la denominación que viene utilizando desde hace años?¿Es el momento adecuado? Y sobre esta pregunta me voy a extender un poco. Estamos en plena crisis socio-sanitaria con una pandemia que amenaza la vida, la salud y la economía. Parece que nos acercamos a otro estado de alarma y la situación económica no puede ser obviada, dada la gravedad de los acontecimientos diarios. Y, en ese escenario, el gobierno se propone ahondar en las diferencias en lugar de hacer lo contrario.
Pero es más ¿qué legitimidad tiene un gobierno sin mayoría absoluta al que le está costando Dios y ayuda (¡perdón, Dios no!, según muchos) sacar adelante los presupuestos generales del Estado, llevando ya mucho tiempo trabajando con los del gobierno anterior...¡que se dice pronto! ¿Es lógico que un gobierno formado por un partido como el PSOE y Unidas Podemos que no fueron los más votados ni tienen mayoría absoluta pretendan sacar adelante nueva legislación tan poco conciliadora?
Y ya, entrando en materia, parece que los detalles, escasos, que se han aportado por el gobierno revelan una mediocridad cicatera y un deseo más que criticable. Así, sorprende que en un texto legal de este rango -nada menos que una ley- se puedan verter esos graves errores metodológicos y de concepción desde todos los puntos de vistas, no solo el historiográfico, que ya sería más que suficiente. Todo parece indicar que se trata de un timonazo, pero también de un gran timo, una gran estafa con tintes históricas e ideológicas peligrosísimas.
Si no es así ¿qué sentido tiene fijar una fecha tan exacta (en realidad, cargada de imprecisiones) como el 18 de julio de 1936 como punto de partida de todo lo que se quiere legislar, prohibir, censurar y perseguir? ¿No sería más lógico que se hiciera una declaración oficial en la que se afirmara que nuestro sistema político, legislativo, educativo y judicial condena los golpes de Estado? ¿Qué diferencia hay entre el golpe de Estado organizado por el llamado Pacto de San Sebastián, las otras intentonas o la mismísima mal llamada Revolución de Octubre de 1934 y el de julio de 1936? Quizás fuera el momento de dejar dicho que ni unos ni otros y que la misma II República fue un "alzamiento nacional" según los propios republicanos del momento, en un documento tan "objetivo" como la "Gaceta de Madrid" (equivalente al Boletín Oficial del Estado) ya que se convocaron unos comicios "municipales", repito "municipales" y lo que ocurrió es que se cambió de régimen.
De manera que la elección de la fecha no deja de sorprender y causar estupor. Es sencillamente una arbitrariedad verdaderamente malintencionada y preocupante por cuanto desvela las intenciones de sus autores y autoras.
Y así, suma y sigue. El Valle de los Caídos, los restos mortales del presidente de un partido político encarcelado antes del golpe de Estado y fusilado a los pocos meses por el gobierno republicano, José Antonio Primo de Rivera y un buen número de extrañas actuaciones como la instauración de dos días especiales, el 31 de ocutbre y el 8 de mayo o la curiosísima constitución de una "Comisión Estatal de la Memoria y Reconciliación con el Pueblo Gitano". No soy capaz de comprender de qué va el tema. Me suena, sinceramente, a una aproximación muy peligrosa a medidas totalitarias y que, lejos de mejorar nada, vendrán a radicalizar posturas, aumentar el malestar y crear inquietud.
Así, que por ley se diga lo que es bueno y lo que no, y que se pueda prohibir cualquier idea que se salga de los estrictos raíles del dictado político, no parece precisamente democrático. De manera que da la sensación de que sólo hubo víctimas de un lado y verdugos del otro. Y es más, se da a entender que todos los muertos del lado bueno eran víctimas cuando la realidad es que había de todo. Me explico. No justifico la violencia pero, hablando históriográfica y lo más objetivamente posible, no es lo mismo que se fusilase a un maestro, a un alcalde o a un concejal por sus ideales de izquierdas a que se hiciera con personas que hicieron correr la sangre, como ocurrió en determinados -muchos- casos.
Y, por cierto, si se habla de "democracia" ¿no se está falseando la realidad, el concepto y el término? Venga, vamos a ver si nos aclaramos un poco. Las personas que hoy defienden o defendemos los sistemas democráticos nos referimos a prácticas parecidas, tan mejorebles como pudieran ser, a las actuales.
Sin embargo en aquellos tiempos de julio de 1936, de antes y de después, ¿quiénes defendían la Democracia? La inmensa mayoría de políticos de izquierdas, no nos engañemos, o, mejor dicho, no nos engañeis, lo que querían, por lo que luchaban era por otra práctica no nombrada y que debería aparecer en una ley que merezca tal nombre. Esas personas, partidos, sindicatos de esos años lo que querían era la instauración de la "Dictadura del Proletariado" y no precisamente una Democracia. Pero estos aspectos tan, tan importantes nunca se dicen, nunca se citan, no se incluyen ni en los libros de texto de nuestro alumnado de Secundaria y de Bachiller. Y el profesorado hace lo que ... ¿puede? ¿quiere?¿le dejan? Desde luego la televisión, la radio, algunos periódicos y un amplio elenco de políticos cumplen perfectamente su cometido de estar hablando siempre de los mismos tópicos y falacias y obviando otros datos esclarecedores.
De manera que, si esa ley llega a buen puerto, en realidad significará que las cosas van muy mal en España y que nuestros políticos en el poder han perdido toda credibilidad, honorabilidad y honradez histórica y democrática. ¿Dónde quedará la libertad de expresión? ¿Dónde el derecho al libre pensamiento?¿Dónde la libertad de conciencia? ¿Será un delito decir estas cosas que digo? ¿Qué me pasará si digo que Azaña era un golpista, por ejemplo? ¿Qué me dirán cuando cuento que en casi todos los pueblos de España, cuando llegó la II República, se cambiaron los nombres de muchas calles para ponerles el nombre de dos militares golpistas convertidos en héroes? ¿Eran héroes por levantarse militarmente contra un gobierno legítimo? Pero claro, todo esto no entra en la nueva ley de Memoria Democrática porque ocurrió unos años antes del 18 de Julio de 1936.
De cualquier manera, habrá que esperar a leer los textos elaborados y ver cómo evolucionan, si es que lo hacen. Desde luego, las propuestas de Julio Llamazares son, sencillamente, absurdas y humillantes. No sorprende viniendo de una persona que, siendo comunista, nunca dice nada de los suyos...Y habría mucho que decir.
No quiero terminar sin decir que no me considero de ningún partido político ni de ideología política concreta alguna y que respeto el dolor de los descendientes de las víctimas y su deseo de recuperación de sus restos mortales pero, me temo, esta ley no va de eso, sino de otra cosa, controlar a los que no piensan igual y generar una corriente de pretendidos apoyos entre determinados grupos sociales muy poco ideologizados y motivados. Una pena que se hagan las cosas tan mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario