jueves, 1 de octubre de 2020

Rufián y sus provocaciones.

 Rufián es un político catalán acostumbrado a decir frases cortas, sorprendentes, contundentes cuya única finalidad parece ser la provocación y el mantenimiento en tan preeminente lugar cuanto más tiempo mejor. A medio camino entre el insulto, la injuria, la falacia y la burda exageración, suele prepararse las puestas en escena con fotografías y otros materiales. Juega a una pseudo pedagogía histórico-social en la que lleva al límite sus argumentos. Es como aquello que decía el ministro comunista en el PSOE, Jorge Semprún, sobre los bolcheviques de salón. Bravuconadas que esconden realidades verdaderamente penosas. Interpretaciones variopintas y ultraforzadas, aspavientos verbales con aplomo simplón. Pero nunca dice nada de lo suyo, de los suyos, de la trágica y negra historia que arrastra desde hace decenas de años su ideología y la curiosa colección de siglas, partidos, coaliciones, movimientos, facciones y comités. Esa historia relativamente reciente en la que los comunistas, entre ellos, no es que se llevaran a matar, en el exilio, es que, literalmente, se mataban unos a otros, porque no identificaban, parece ser, al enemigo, ese de la foto mostrada. Pensarlo fríamente es aterrador. Pero nunca nos lo escenificará Rufián y quizás pase a ser delito sólo decirlo.

Mostrar una foto de Franco saludando a un niño, el entonces infante de España, es muy ocurrente. Es política destilada muy práctica para mejorar la situación tan difícil en la que nos encontramos. Aporta mucho a la convivencia, a la relajación de las tensiones, a la solución de los muchos problemas actuales. Ya se sabe, que el rey Felipe VI diera la mano a Franco, con diez o doce años, es sinónimo de militar en el partido político Vox, identificado con los peores males de España, a pesar de su corta historia. 

Me trae a la memoria una polémica de hace muchos años en la que el entonces presidente del gobierno de España, Felipe González Márquez, apareció fotografiado con Gadafi (creo recordar). La oposición utilizó esa imagen como en otras ocasiones se ha hecho con otras fotografías o datos pero...¿habría sido de otra manera de haber tenido otro presidente de gobierno?

Los detractores de la monarquía está claro que están aprovechando estos momentos tan duros para sacar partido. Ven una oportunidad de debilidad, y atacan. Sin embargo, olvidan que en realidad es una simple cuestión aritmética. Y, detrás de esos apabullantes números, hay muchos argumentos de peso. Uno de ellos es que mientras haya políticos con tan bajo nivel que defienden una república la monarquía seguirá fortaleciéndose en España. Incluso con la pretendida Ley de Memoria Democrática no conseguirán sus objetivos, salvo que elijan otros caminos, parece ser, desconocidos. 

Lo que aprendimos hace muchos años es que el cambio de modelo institucional no merece ni una gota de sangre, ni la crispación, la confrontación, el insulto y la mentira. Y es que hay un refrán español que dice que se cazan más moscas con miel que con hiel. Y Rufián, Iglesias, Torra y compañía, no lo saben. Lo peor, es que no lo quieren saber porque supondría que se les caería el chiriguito y tendrían que volver a sus correspondientes vidas.

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