miércoles, 31 de enero de 2018

¿Cuánto carnaval es necesario en el colegio?

Se acerca el carnaval.  En los colegios se celebra, según los casos. Como es habitual, tienen peso en las decisiones el profesorado, el equipo directivo y las madres y padres. La administración, en general, ve con buenos ojos que "se trabaje el tema" y, además, hay dos días de fiesta. Hace unos veinticinco años, en la provincia de Ciudad Real, eran tres. Después se dijo que ese tercer día se podía cambiar por otras celebraciones y se quedó reducido a dos.
Lo cierto es que la administración educativa, en su tradicional laconismo, dice poco al respecto, por no decir nada. Hay una situación de indefinición y de algo muy parecido a la libertad absoluta. Así, hay colegios que pasan el carnaval sin pena ni gloria y los hay que, muy al contrario, lo convierten poco menos que en el acontecimiento escolar del año. He dicho "escolar" deliberadamente. Podría haber dicho "educativo" o "formativo" pero se me plantean serias dudas. Sí, todo educa...pero también desesduca o contraeduca y no solemos tenerlo en cuenta.
Así las cosas parece lógico que nos hagamos preguntas y que intentemos acotar, delimitar o esclarecer una celebración que, mejor o peor, se mete en la vida del colegio, modificándola, enriqueciéndola o empobreciéndola, según se plantee y, sobre todo, según sea valorada.
Entonces ¿hay alguna forma de saber hasta dónde parece lógico que se llegue con el carnaval escolar? Ciertamente es muy complicado. Siempre habrá quiénes lo denosten y quiénes lo defiendan a ultranza. Es evidente que el carnaval, como casi cualquier actividad humana, es susceptible de ser trabajado escolar y educativamente en el colegio y que dependerá mucho del enfoque, del planteamiento, de lo que se quiera conseguir y de cómo se haga. Pero sí parece lógico hacer unas reflexiones que nos puedan orientar.
En primer lugar están las cuestiones educativas y formativas en un sentido amplio y en un segundo plano podríamos poner las ideológicas, religiosas, económicas e incluso ambientales.
Desde luego si el carnaval escolar no conlleva una buena dosis educativa en el aula y en el centro no le encuentro sentido alguno. Y dicho esto, con un currículum ya de por sí raquítico en cuestiones musicales, artísticas, motrices, creativas y expresivas, sí parece necesario que se pueda abordar con esas intencionalidades. Sin embargo este planteamiento choca o puede chocar con la legislación, con la organización, con la distribución de tiempos por áreas, con la programación...Cantar, bailar, escuchar música, desfilar, diseñar un disfraz, hacerlo, vestirse...puede ser muy educativo y enriquecedor pero colisiona frontalmente con el quehacer cotidiano.
Por otra parte, ¿a quién le corresponde esa organización? ¿al profesorado de Música? ¿al de Educación Física? ¿al de Inglés? ¿al de Plástica?...Pueden ser la misma persona pero también pueden ser dos, tres cuatro, cinco...
Pero hay más preguntas. Lo normal es que tengamos dos días de fiesta y que la actividad final de nuestro carnaval escolar dure dos o tres horas. Así, un desfile, una salida, un concurso de disfraces, unas actuaciones, una "fiesta"...suele durar un par de horas o tres...entonces ¿cuántas horas parecen lógicas para su preparación? Sería muy aconsejable hacer una cuantificación lo más aproximada posible. Desde luego, el exceso, dónde quiera que esté, no es recomendable e irá con seguridad en detrimento de otras áreas, competencias, objetivos, actividades, aprendizajes...

Hay también preguntas que deberían ser contestadas. Así, una de las más elementales sería: ¿pero, qué pasaría si no lo celebrásemos así? Es decir, ¿hemos valorado la opción de dedicar el tiempo y el esfuerzo, -también el económico y el ambiental- imprescindible, osea mínimo?
El Carnaval tiene un potencial motivador considerable pero no de forma homogénea. Así, hay alumnas y alumnos que lo viven muy intensamente pero también los hay que, incluso, lo temen...¿Lo hemos pensado alguna vez? ¿Hemos arbitrado algún tipo de medidas, de alternativas, de protocolos de actuación?...Por otra parte, ese potencial se debe transformar en efectos positivos pero ¿es así o se queda en un mero capricho, un juego, algo para pasar el tiempo de forma diferente y supuestamente más divertida?
Pero aún más complejo es dirimir si se trata de actividades que tengan "significatividad"....Dicho de otra manera ¿porqué lo estamos haciendo? ¿para qué? ¿se le puede dar un contenido y una intencionalidad verdaderamente didácticas?

Hay colegios en los que se elige un tema y sobre el mismo se trabaja, se investiga, se crean unos personajes, unos disfraces, unas letras de canciones, una coreografía, una actuación...¿Hay creación por parte del alumnado? ¿Hay colaboración en esos procesos que deberían ser, de alguna manera, abiertos, participativos, y democráticos, hasta dónde se pueda?¿Y el papel de las familias en qué queda?¿Son los padres meros compradores o consumidores de productos elaborados? ¿Son costureras a destajo las madres o abuelas? ¿Hemos "exprimido" el ingenio, la chispa, la gracia, la crítica, la mirada cómplice...?¿Tiene sentido el sistema actual de compra de disfraces sin más? ¿No sería más interesante hacer talleres de ...lo que sea necesario? Hay formas de celebrar el carnaval ambiental y económicamente sostenibles y otras, eminentemente consumistas. Como hay unas formas carnavaleras que enraizan con nuestra tradición y nuestro pasado y otras que se basan en el consumo en masa, en el capitalismo galopante, en el derroche, en el usar y tirar, en la imitación, por burdo y hortera que sea lo imitado.
Hay una forma consecuente de celebrar el carnaval...¿no era el momento en el que se permitían las críticas incluso por los poderes establecidos? ¿No salía a relucir el balance del año pasado, con sus alegrías y sus penas? ¿Era la uniformidad la tónica o era precisamente lo contrario, la disconformidad?

Lo curioso es que lo más normal es que el carnaval escolar es solo el preludio de unos fastos que pueden durar varios días y, en algunos casos, llegar hasta una quincena después, si se participa en peñas o comparsas. Es algo así como la requetecelebración navideña...Quizás tendría sentido el Carnaval en la escuela si luego ya no se se fuera a volver a celebrar, pero no suele ser el caso. Curiosamente, unos días o semanas antes, dependiendo, tenemos el Día Escolar de la Paz y la No Violencia y ese sí que no se trabaja fuera del colegio. ¿Le dedicamos el mismo esfuerzo? ¿Cuánto tiempo dedicamos a uno y a otro?
Por otra parte el Carnaval puede entrar en conflicto con algunos planteamientos morales pero, sobre todo, religiosos. Se suele argumentar que se trata de una fiesta pagana aunque ha estado y está "entretejida" con la religión católica de forma importante. ¿Qué es el entierro de la sardina? ¿La Cuaresma? ¿El Miércoles de Ceniza? pero ¿Y en el caso de religiones como los Testigos de Jehová? He vivido una situación curiosa: unos cuatrocientos alumnos y alumnas, con el profesorado y con las familias, en un patio de un colegio, con los diferentes disfraces y representaciones varias, canciones y bailes y un par de alumnas, en clase, con un profesor, mirando con un sentimiento difícil de conocer, por la ventana...Son opciones personales y familiares muy respetables pero que no cuadran, de alguna manera, con el planteamiento general de una fiesta en plena jornada laboral...Sería curioso el resultado de una denuncia por vía judicial...No olvidemos que, por esta vía, a los profesores se nos despojó del derecho a asistir a las tutorías de nuestros hijos, y no parece haber pasado nada, sencillamente que los profesionales que luchan y vienen luchando por la implicación de padres y madres en el proceso escolar de sus hijos e hijas han sido desposeídos de ese derecho que parecía inalienable...
El Carnaval supone educativamente muchas más "cosas" de las que se pueden imaginar de forma rápida. ¿Qué ocurre con el rendimiento escolar? ¿Aumenta, se mantiene o disminuye? ¿Depende del planteamiento que se dé en cada centro o aula? ¿El grado de expectación, de excitación, de emoción...es positivo? ¿Es evaluable? ¿Se ha estudiado alguna vez? ¿Se imaginan una clase de Matemáticas con chicos y chicas de primero de Primaria, con cinco y seis años, vestidos de todo...menos de alumnos?
-Fulanito, por favor, deja la espada en la percha, que así no puedes trabajar.
-Menganita, luego te pones el sombrero de hada y tú, con tus alas, tapas el libro de tu compañero...
-Zutano, lo siento, te tienes que quitar la careta, estamos en clase de Lengua... ¿Se puede dar una clase si se está pendiente del gracioso disfraz del vecino?
Para las personas que solo dedican una hora o incluso menos al carnaval es posible que todas estas cuestiones le puedan sonar extrañas pero la realidad es muy diversa. 
Desde luego si la importancia que le damos al carnaval es alta o muy alta es casi seguro que irá en detrimento de otros aprendizajes. Legalmente no parece que tenga o pueda tener una cobertura tal como para poder suponer que se desplacen las horas de las asignaturas alegremente, sin más planteamiento educativo que el de hacer algo "brillante" carnavalescamente hablando. Como suele ocurrir, hay una parte de inercias que deberían ser revisadas y evaluadas. Cuando se dice en un colegio público que algo se hace porque le gusta mucho a las madres, por ejemplo, o porque es tradición o costumbre...algo está pasando.
Así, la pregunta inicial, ¿cuánto carnaval es necesario en el colegio? merece una reflexión y, en algunos casos, un ajuste. La ilusión de los niños y niñas tomada como un sentimiento de alteración anímica provocada por cuestiones puramente materiales en el ámbito educativo, como una cuartada, es sinónimo de muy poca seriedad. Me recuerda a otras realidades que se zanjan con "es que es muy bonito".

Claro que es importante el carnaval, la alegría, la fiesta, el reírnos incluso de nosotros mismos y de las normas del día a día. Por supuesto que el baile, el ritmo, la coordinación, el superar el sentido de ridículo, son importantes...pero para eso no hace falta ir al colegio, ya hay cuatro días de fiesta, como mínimo, por delante. Ya hay actividades públicas y privadas de todo tipo en las que se hará prácticamente lo mismo...
Por cierto, es preocupante que luego se argumente tan alegremente la falta de tiempo en los colegios para tantas y tantas tareas que parecen no poderse celebrar...
Hubo y quizás siga habiendo un trasfondo, un cierto aire un tanto político o, mejor dicho, politiquillo, de partido, de reacción histórica un poco caducada ya, que debería dar paso al debate sereno y pleno. Abogar por una redimensión de actividades escolares como el carnaval no es un síntoma de nada negativo sino una preocupación por hacer las cosas cada vez mejor, un intento de superación. Y desde el respeto, se puede hablar de todo...sin caer en el terminante "pues a mí me gusta"...porque nadie ha hablado de gustos, que es otro cantar.

martes, 30 de enero de 2018

El Día de la Paz y la No Violencia, más que una actividad más.

El año 1948 murió asesinado Mohandas Karamchand Gandhi. Era un 30 de enero, a las cinco y cuarto de la tarde. Ya en 1964 un maestro, Llorenç Vidal,  empezó a celebrar el Día de la Paz y la No Violencia. Desde entonces han pasado más de cincuenta años. Para muchos maestros y maestras se trata de una fecha muy importante y hacen todo lo posible porque deje huella en su alumnado. Hay quiénes cumplen como buenamente pueden y, de todo tiene que haber, quiénes no hacen nada.
En realidad es el día más importante del curso para algunas personas o un simple obstáculo más, una pérdida de tiempo, "depende de quién entre, que sea tumba o tesoro" que decía el poeta Paul Valery.

En general se suelen hacer actividades para todo el centro y que suelen tener una parte musical o teatral y/o algún trabajo mural. Además se trabaja en el aula tanto por los tutores como por los especialistas.
Además de estudiar la persona y la obra de Gandhi se suele recurrir a otros personajes como Martin Luther King, Rigoberta Menchú o Wangari Maathai. El listado puede ser más largo, incluyendo a premios Nobel o a otros como la madre Teresa de Calcuta, a la monja Dorothy Stang, también asesinada, como Chico Mendes.

Dependiendo del curso en el que se trabaje se puede hablar de esas realidades lacerantes que hacen tan necesario un día en concreto como este. La actualidad, el día a día, por desgracia, ofrece información más que suficiente para abordar el tema de la Paz. Otras, se recurre al pasado: la segunda guerra mundial, el holocausto judío o el gitano, los llamados "pogromos", las atrocidades y genocidios de todo signo ofrecen situaciones de aprendizaje importantes.
Pero hay más y es el día a día, más allá de los tanques, o más acá, para ser exactos... Y es lo referente a la No Violencia, que no es un añadido sino la parte que,verdaderamente, nos afecta en nuestra vida cotidiana. La Paz a nivel mundial e histórico es muy importante pero el individuo, el alumno o la alumna puede sentirse impotente y hasta insignificante. Sin embargo, si hablamos de nuestro quehacer diario, de nuestros problemas y las formas, mejores o peores de afrontarlos, el "día" cobra una vigencia extraordinaria. Hablar de la II Guerra Mundial o del último conflicto mediático tiene su fuerza y su potencial, dependiendo de como se aborde pero nos queda muy lejos. Hablar de lo que está ocurriendo en España, de los problemas que a veces se ven desde nuestra ventana o incluso en nuestra aula ya es distinto. Y desde luego, las cuestiones de la convivencia, del cómo nos comportamos con los demás y cómo podemos mejorar son, a mi juicio, imprescindibles.
Todo es importante, todo educa pero también se puede decir a la inversa. Así, el estrabismo, es verdaderamente preocupante en una sociedad como la española. No tiene lógica dedicar un día a hacer dibujos, a cantar, a actuar, a hacer murales o formar palabras con nuestros cuerpos, a hacer fichas, a rellenar actividades escritas ...y no intentar traspasar la piel, que puede ser dura, de la cotidianeidad. No es fácil y cada uno hace lo que puede. Desde luego entre el exceso de actividades lúdicas, de actuaciones, de trabajos manuales, de escenificaciones, yo apuesto por el intento de profundizar, de unir el sentimiento con el conocimiento, de la búsqueda, de la experimentación, de la aportación de materiales bibliográficos tipo "realia", de acudir a la realidad, a nivel planetario pero también a hablar y analizar el "empujón" en la fila, el que se cuela, el que tiene problemas de cualquier tipo... y de buscar, además, el apoyo de la Literatura, del Arte, de la Historia, de la Geografía, de la Crítica con mayúsculas, y de la música, por cierto...
Para mí el Día de la Paz y la No Violencia sigue siendo el más importante del curso. Por último, casi prefiero que la administración no se inmiscuya y no intervenga...




viernes, 26 de enero de 2018

¿Mienten los niños?

¿Mienten los niños? ¿Es posible que esas almas cándidas, sin malicia, sin picardía, sin contaminar...puedan mentir? ¿Niños de cinco, de seis, de siete años pueden mentir? ¿Niños o niñas que no han mentido nunca, ahora, de golpe, mienten? ¿Porque lo dice el profesor debo creer que ese ser casi celestial, tierno, cariñoso...miente? ¿Cómo puede ser si nunca lo ha hecho? ¿Pero que motivos puede tener mi hija (o mi hijo) para mentir? ¡Pero si es un niño! ¿Mi cielo? ¿Mi cariño? ¿Una criatura así puede mentir? ...
Pues si, efectivamente, los niños y niñas mienten, llegado el momento. ¿Se pueden hacer excepciones? Seguro que sí, las necesarias por demostrables o porque no haya hecho falta demostrarlo. 
Esos soles de nuestras casas, de nuestras vidas, esas caritas angelicales con corazón enorme, esos tesoros ...llegado el momento, mienten. Por supuesto hay casos y casos. Es decir hay quiénes no han dicho una verdad en su vida y quiénes, por el contrario, se acercan a esa realidad de la mentira incluso con dolor y verdadero desagrado.
Una vez unos padres comentaron con preocupación a un profesional del ámbito educativo que su hijo había empezado a mentirles. Esa persona se quedó perpleja porque hacía poco tiempo que, precisamente ese niño, le había contestado ante una pregunta: "pasó esto aunque mis padres me dijeron que te dijera esto otro".
Desde luego la mentira se aprende pero, además, es muy posible que también sea un "mecanismo" no necesariamente imitado. Lo que sí es cierto es que cualquier niño o niña puede mentir y los profesionales (todos los profesionales...), por un lado, pero también los padres y madres, debemos ser conscientes de esta dura verdad.
Lo grave, lo preocupante, no es que un niño o una niña mienta inesperada o aisladamente o en una situación muy complicada. Lo grave es que haya quiénes los encubren o los defienden sin tomarse siquiera la molestia de escuchar a los adultos, a los profesionales o a los demás menores. Que un niño mienta, por noble que sea, por impecable que sea su trayectoria vital, por "bueno" o ejemplar que sea, por muy rectos que puedan ser sus progenitores, es normal. No se puede decir lo mismo de los adultos que amparan o defienden esa actitud. Hay quiénes se sienten desbordados por la llegada inesperada de la noticia por lo que hay que ser comprensivo pero, dicho esto, se debe reaccionar lo antes posible. Estas cuestiones, como todas, hay que abordarlas y hablarlas en su lugar y en su momento, y con el tono adecuado.
¿Regañina? ¿Bronca? ¿Castigo? ¿Decepción?...Yo creo que no. Hablar, que supone, por supuesto, escuchar, es el primer paso. Entender lo ocurrido con el debido detalle para intentar averiguar "lo ocurrido".¿Hubo nervios, miedo o qué? Y, en caso de miedo ¿a quién o a qué? 
Es muy importante para intentar evitarlo en el futuro...Se debe, por otra parte, enseñar alternativas. A veces es cuestión de lenguaje, otras, de falta de visión, de amplitud, de percepciones...
La mentira infantil es una realidad pero también hay que ser capaces, como adultos, de conceder el beneficio de la duda en determinadas ocasiones.
Dar ejemplo es imprescindible. No está de más recordar lo que me dijo una persona que, por su trabajo, tenía un profundo conocimiento del tema: hay personas que viven en la mentira, todo en ellos es mentira...la mentira es su medio...Pues bien, esa es otra realidad y está ahí, con más frecuencia de lo que se pueda creer. Esa sería la amenaza, que una persona que nunca ha mentido empiece a crear esa realidad paralela sin que los adultos seamos capaces de irla "desmontando".

¿Dijo usted maltrato?

Maltrato, abuso de poder, intolerancia a la lactosa, enuresis...¿Dijo usted maltrato? Pero... ¿A qué llamamos maltrato? ¿Podemos llamar maltrato a que un padre, una madre o el profesorado obligue a cumplir las normas, aprovechar el tiempo, respetar a los demás y a si mismo, trabajar de acuerdo con lo establecido, ...
¿No será ñoñería, "síndrome de los padres adoptivos", "del padrastro" o simple "abuelismo"?. Los hijos y los alumnos deben cumplir las normas y "trabajar", es decir, colaborar en las labores de la casa y estudiar, que es lo que les corresponde. Y si no lo hacen los padres y los profesores tienen la obligación de conseguirlo y, si en ese proceso, tienen que gritar, enfadarse, castigar o coger con la suficiente fuerza no se entiende porqué razón no se pueda hacer.
¿Y pegar? Bueno, pues depende a lo que llamemos pegar. Desde luego un azote a tiempo puede salvar una vida y nunca nadie ha muerto por un simple azote. Dar un ligero manotazo en la mano, en el hombro, en el pecho...coger con contundencia a un alumno o un hijo para que haga algo o deje de hacerlo no creo que se pueda llamar bajo ningún concepto ni maltrato...ni pegar.

Y surge la pregunta para obtener la nota media ¿Y los buenos tratos? Las miles de situaciones en las que ese hijo o alumno ha sido tratado extraordinariamente ¿no cuentan? Si a un niño que se está burlando deliberada y repetidamente de un adulto se le reprende con la necesaria contundencia se le está maltratando ¿cómo proceder en sucesivas situaciones? ¿Qué mensaje recibe ese niño? Suponemos que debe ser algo así como: si me porto mal, si no hago lo que debo, si desobedezco, si no trabajo o si me burlo de los mayores...no pasa nada, en realidad a quién culpan es a las personas que se han preocupado de mí y de corregirme y enseñarme...No hay problema en seguir por ese camino. Se pueden poner ejemplos suficientemente esclarecedores pero no merece la pena. Un niño, en una ocasión, ante la obligación de los padres de sacarlo de casa y su negativa a acompañarlos, se plantó en la puerta y empezó a gritar: ¡socorro, socorro! ¡mis padres me están abandonando! ¡os voy a denunciar!...Los padres lo contaban como algo gracioso y ocurrente aunque sólo se trataba de un menor, por cierto de unos seis años, que ejercía su poder y llevaba las de ganar.
En otra ocasión unos padres definían a su hijo como anarquista y le auguraban una afinidad política con esta ideología en el futuro. En realidad su hijo era todo lo contrario, era ya, tan pequeño, un verdadero emperador