Aquellos libros sobre "el porqué de las cosas" de nuestra infancia, tan curiosos, tan atractivos, tan interesantes, que explicaban cientos de misterios de la Naturaleza, del mundo físico y de los avances de la ciencia y la técnica satisfacían la curiosidad de los lectores. Sin embargo no hablaban de los sentimientos humanos. El refranero, los consejos de los mayores, el día a día nos iba enseñando. A veces una simple palabra, una mirada, una no mirada, un saludo o su ausencia, una frase...son todo un manual, un verdadero tratado sobre los sentimientos humanos. Es curioso como a veces se tarda tiempo en ponerle la palabra adecuada a algo que nos sucede y más curioso aún es que esas palabras no se suelen pronunciar, dependiendo de como se sea y se actúe. También sorprende lo mezclados que pueden aparecer esos sentimientos, como en una verdadera pugna entre lo positivo, lo neutro, lo negativo y todos los estadios intermedios, que pueden ser miles.
Hay realidades innombrables pero eso no significa que no existan. La educación, la buena educación que se suele decir, puede dificultar aún más la identificación, catalogación y difusión de estas realidades. Y por si fuera poco, están los valores humanos y las convicciones religiosas y/o éticas y convivenciales para ayudar pero también para establecer zonas de protección, perímetros de seguridad, que, de alguna manera, mejoren -o amortigüen-las relaciones.
En fin, ahora hay libros también para saber cómo funcionan nuestros sentimientos, emociones y relaciones, empezando por niveles muy, muy elementales. Ayudan a trazar esquemáticamente las líneas imaginarias de nuestros deseos y formas de relacionarnos.
En fin, ahora hay libros también para saber cómo funcionan nuestros sentimientos, emociones y relaciones, empezando por niveles muy, muy elementales. Ayudan a trazar esquemáticamente las líneas imaginarias de nuestros deseos y formas de relacionarnos.
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