Vas circulando por el casco urbano y, cuando quieres girar a a la izquierda, parando y dando el intermitente, ves que dos mujeres, una de ellas, ya mayor, están cruzando. Esperas unos segundos y, ya a punto de iniciar el giro, viene un conductor suicida y te adelanta a toda velocidad. Han sido segundos, los suficientes para darte el susto y contestar con una pitada, que no ha producido, por ejemplo, un mínimo de frenada del contrario.
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