Aparentemente es muy buen alimento. ¡Tiene buen aspecto, buena pinta, resulta tan apetecible y atractivo! Sin embargo, desde pequeños nos enseñan a desconfiar de la simple apariencia. A mí me decía una tía mía que las mejores cerezas eran las que tenían peor aspecto ya que estaban picadas por los pájaros. Me costó probarlo pero llevaba mucha razón. Podríamos poner muchos ejemplos pero no parece necesario. En tantas ocasiones el envoltorio engaña, que llega un momento en que se tiene una intuición basada en la experiencia, en el análisis, en la reflexión y en la sosegada valoración de lo que de verdad nos gusta y nos viene bien. Hay flores preciosas, hay setas, hay frutos que, detrás de esa coloración, de ese brillo, de esa forma tan sugerente, esconden su veneno. Y luego nos encontramos con lo contrario, con esos diseños, formas, movimientos, conductas, colores que, siendo inofensivos, imitan a otros seres peligrosos. Es curioso pero la vida nos ofrece ese espectáculo tan confuso empezando por los más pequeños detalles.
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